
Corrientes vive estos días la Fiesta Nacional del Chamamé, con aforo reducido, en medio de una pandemia que no da tregua y que cuenta víctimas por decenas y con una ola de calor que conspira.
La Fiesta Nacional del Chamamé está promediando su realización con relativo éxito y el cumplimiento de las medidas sanitarias en medio de la pandemia, que sigue sumando víctimas y contagios.
Sin embargo, mientras continúan los acordes chamameceros en el Cocomarola, el Corsódromo «Nolo Alías» aún no encendió las luces y las mejoras en infraestructura siguen sin hacerse. Por su parte, las comparsas se dividen entre reclamos a la empresa organizadora y el trabajo, para mejorar los trajes de años anteriores.
Del otro lado, el público no logra ver el brillo de las lentejuelas y mucho menos escucha el sonar de los tambores. Como dice la letra de la legendaria marcha de Ará Berá: «Momo, muy triste estaba… tan triste estaba que se durmió…». Hay que ver si la alegría del rayo bastará para revivirlo…
En tiempos de Omicrón, de una pandemia que no da respiro, las dudas se han instalado. El Carnaval aparece más que devaluado y lejos, muy lejos, del brillo que supo tener.
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