El campeón de América demostró su jerarquía en el primer partido desde que se convirtió en el mejor del Continente.
Acá no se relajó nadie. Otra vez dio gusto ver jugar al equipo de Lionel Scaloni con el mismo carácter con el que ganó la Copa América. Así, liquidó a Venezuela, un rival flojo que, sin embargo, se había vuelto complicado en las últimas dos visitas. Liviano, ya sin mochilas. Dispuesto a arriesgar en cada jugada y con la soltura de los campeones que quieren seguir demostrando su jerarquía.
Así lució el mejor de América. Planteó un partido de “ataque por ataque”, tomó la iniciativa a pesar de ser visitante y terminó ganando de “punta a punta” mostrando, además, un recambio de nivel.
La brutal patada de de Luis Martínez a Lionel Messi fue la bisagra del partido. El momento exacto que agrandó a un equipo y “apichonó” más al otro. De ahí en adelante el duelo para Venezuela fue un calvario y para Argentina, un escenario ideal. De a ratos fue tal la superioridad (especialmente en el segundo tiempo) que pareció un entrenamiento.
La típica entrada en calor donde solo se permiten pases cortos buscando evitar que los que van al medio intercepten la pelota. A eso jugó Argentina y así llegaron los tres goles. Todos tras un toqueteo infernal y ante rivales que miraban sin poder intervenir.
Fueron tres goles, pudieron ser seis o siete siempre con la misma receta. Es raro ver un equipo que genera tantas situaciones de gol jugando al ras del piso. Argentina no necesito tirar centros. Apostó al juego interno y se hizo un festival.
Se notó que Messi recién está arrancando la temporada pero igual le alcanzó para ser el director de la orquesta. Además, su nivel creció especialmente después de ver que milagrosamente no lo habían fracturado. Del medio para adelante todos jugaron bien pero la gran figura fue Lautaro Martínez, clave en todos los goles.
Mientras Italia, el sólido campeón de Europa, estrenó su título empatando como local ante la débil Bulgaria, Argentina ratificó su gran momento goleando con autoridad y soñando con dar otro gran golpe el domingo en San Pablo. Jugando así, todo es posible.
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