Escuela rural: «El docente y los estudiantes van aunque llueva»
Enrique Fernández es de Saladas y lleva 15 años como maestro rural. Hace unos días compartió en su red social fotos de cómo va caminando junto a sus alumnos, pese a la lluvia y el barro, a clases. «Doy clases en una escuela plurigrado y tengo 13 alumnos en total», sostuvo.
El desafío del desempeño como docente rural implica varios factores, como el estar preparados emocionalmente para desenvolverse con solvencia en medio de la soledad muchas veces, del silencio y la lejanía de la ciudad. Es estar dispuesto a trabajar con el lenguaje de la comunidad, con los códigos diferentes de cada lugar, pero implica también estar dispuesto a aprender del medio y a enriquecerse con él, como docente y como persona.
Es así que más allá de ser un trabajo, para Enrique Agustín Fernández ser maestro rural involucra una gran vocación y compromiso. Es oriundo de Saladas y tiene 45 años. «Llevo 15 años de profesión y siempre trabajé en zonas rurales», comentó en contacto con diarioepoca.com y mencionó que fue maestro en parajes de Mercedes y Tabay.
Su historia se conoció por las redes sociales cuando en un día de intensa lluvia y pese al barro, el docente escribió: «Hoy nos tocó la lluvia». En imágenes se ve a Enrique junto a unos chicos, sus alumnos, dirigirse a clases en Paraje Arroyito, cuarta sección rural de Saladas en el kilómetro 913 de Ruta Nacional 12 camino a San Roque. «Trabajo en Arroyito en el turno mañana. Voy muy temprano y estoy en la escuela de 7 a 12 horas», detalló.
Para llegar al establecimiento deben recorrer más de cinco kilómetros a pie, otros que tienen la posibilidad lo hacen a caballo. «Algunos alumnos recorren más kilómetros para llegar a la escuela», expresó respecto de la realidad de los niños para cumplir con su educación.
Enrique relató: «Doy clases en una escuela rural plurigrado. Tengo 13 alumnos en total y hay de todos los grados, desde nivel inicial a sexto grado», sostuvo.
El testimonio de este maestro se multiplica por tantos otros docentes que deben ejercer en zonas alejadas de la urbe. Enrique comentó: «La escuela tiene la particularidad de que el docente y los alumnos vamos aunque llueva. Cuando las inclemencias del tiempo son adversas, el docente entra caminando porque de otra forma no se puede y algunos alumnos también. Otros vienen a caballo recorriendo grandes distancias», detalló.
¿Qué lo motiva a ser docente rural? «Voy por convicción y porque disfruto enseñar y aprender, aún cuando no tengamos óptimas condiciones edilicias», aseveró. «El único docente en la escuelita soy yo», indicó. En este sentido dijo: «Decidí ser docente cuando, estando en la secundaria, leí las estadísticas sobre el alto nivel de analfabetismo que presentaba Corrientes. Sin dudas la educación debe ser accesible para todos», reflexionó.
Mensaje a sus alumnos
El docente dejó un mensaje para sus alumnos: «Lo mejor que les puedo transmitir es que disfruten de aprender, que sean responsables y que tengan en claro que la vida es un equilibrio entre derechos y obligaciones», precisó.
Felicitaciones
Enrique recibió miles de
felicitaciones
en las redes sociales y lo alentaron a seguir firmemente en su vocación y con su compromiso. El saludo de colegas, exalumnos, tutores y conocidos hicieron que este maestro guarde en su corazón las palabras de gratitud para continuar con su noble labor. «Querido Maestro:
felicitaciones por su noble tarea. Mi profunda admiración y agradecimiento por el ejemplo que brinda a todo el pueblo argentino. Abrazo a los alumnos de su escuela», fue uno de ellos.
Otro de los que expresan gratitud fue: «Colega, eso es crear personas responsables, y si los niños van aún con lluvias, eso habla de lo buen docente que eres». «¡¡¡Cuando hay vocación, las diversas situaciones se soportan y todo con amor a la profesión. Es así, colega!!! Te felicito», comentó otra persona.
Días pasados, se publicó la historia de Ramón Valenzuela de 54 años, personal único de la Escuela 596 en Paraje Galarza, una de la zonas más castigadas por el fuego. Su pasión por enseñar hizo que no dudara un segundo y se sumó al trabajo de sofocar las llamas que amenazaban con destruir el lugar en el que estudian entre 15 y 20 niños.
Ramón compartió sobre su trabajo en medio del campo: «El año pasado tuve una matrícula de 19 alumnos y ahora, a través de un relevamiento que hicimos, estábamos en 15 de nivel primario (de primero a sexto grado)».
Ramón recorre muchos kilómetros para dar clases. «Vivo en San Carlos y son 120 kilómetros hasta la escuela. Tiene personal único, que soy yo. Soy director, maestro, portero, todo», relató Ramón.
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