La cantante de cumbia murió el 7 de septiembre de 1996. En vida, ella pensaba que la música podía ser un camino hacia la salvación.
La maestra jardinera Miriam Alejandra Bianchi, convertida en la embajadora de la música tropical Gilda, hizo milagros tanto en vida como muerta, según testimonian sus devotos. El 7 de septiembre de 1996 murió cuando chocó el micro que la llevaba a su concierto en Concordia en la ruta 12 y esa misma noche sus seguidores la consagraron como Gilda de los Milagros.
Cálida y cariñosa, Gilda siempre tenía palabras de afecto, caricias, abrazos y besos para las personas que le pedían ayuda. Aunque siempre aclaraba que ella «no sabía hacer milagros», también decía que «la música podía ser un camino hacia la salvación». Y la gente, creyente, escuchaba su música y la veneraba.
Miriam Alejandra Bianchi nació el 11 de octubre de 1961 en Buenos Aires. La música le gustaba desde chiquita, pero se decidió por el Magisterio y trabajaba como maestra jardinera. Como soñaba con cantar, se presentó a una prueba porque había visto un aviso en el diario que buscaba «cantante para banda en formación». Ella ya estaba casada con Raúl Cagnin y tenía a sus dos hijos, Mariel y Fabrizio.
Quien le tomó la prueba fue Juan Carlos «Toti» Giménez, que la ayudó con su lanzamiento y se convirtió en su pareja cuando ella se separó, porque su marido no aceptaba su carrera musical. En poco tiempo publicó cuatro discos: De corazón a corazón (1992), La única (1993), el exitoso Pasito a pasito… con Gilda (1994) y Corazón valiente (1995, disco de oro y doble platino).
Con esfuerzo y perseverancia, Gilda le ganó al machismo y se instaló en el mundo de la bailanta. En el atardecer del 7 de septiembre de 1996, la cantante viajaba con su madre Tita y su hija Mariel hacia Concordia, Entre Ríos, para brindar un show. Las tres murieron a la altura de Ceibas, cuando el micro chocó de frente con un camión. También fallecieron el chofer y tres músicos de la banda.
Poco después, Carlos Maza llevó el micro al lugar de las muertes y armó un santuario, para agradecerle a su «Santa Gilda». Él no era fan, pero cuando su hijo nació con un tumor, vio en la televisión que la gente hablaba de los milagros de la cantante y le rezó con devoción. La operación de su hijo fue un éxito y se recuperó.
Los fans y los «fieles» llegan desde todos los rincones del país para rezarle, agradecerle y pedirle milagros a Gilda. La colección de objetos que le dejan es heterogénea: escarpines, llaves, patentes de autos, radiografías y hasta alianzas.
Gilda: cuáles son los milagros
Los milagros de Gilda se repitieron -y se siguen repitiendo- de boca en boca. Según se dice, el primero fue cuando estaba viva y tuvo lugar en San Salvador de Jujuy, donde una nena la miraba y no dejaba de llorar durante su show. Cuando terminó, su abuela la llevó a ver a la artista, que les dio un gran abrazo a ambas.
Allí, la cantante se enteró de que abuela y nieta hacían escuchar su música a la madre de la nena, internada y con pronóstico de muerte. Sin embargo, la mujer sobrevivió, para sorpresa de los médicos y sus familiares, y para darle vida al mito de Gilda.
Lo mismo ocurrió con una espectadora que le pidió ayuda porque su diabetes la estaba llevando a la muerte. Además, un hombre que estaba postrado y fue llevado a un recital, comenzó a caminar poco después.
Una devota y fanática de la cantante sostuvo que salvó a su hijo: «Juan Manuel tuvo un accidente como chofer de micro volviendo por la misma ruta donde murió Gilda. Salvó a más de 50 pasajeros y sólo él quedó atrapado. Esto ocurrió el 6 de septiembre de 2008 y la respuesta fue que al día siguiente, el 7 de septiembre, volvió a recobrar el movimiento y el calor de su pie. Los médicos lo tomaron como un milagro», contó la mujer, de nombre Mary.
La última grabación de la cantante en un casete, encontrada «de milagro» en la misma noche entrerriana que ocurrió el siniestro vial que terminó con su vida, es una canción que se llama «Esta no es mi despedida»: «Quisiera no decir adiós, pero debo marcharme. No llores, por favor no llores, porque vas a matarme. No pienses que voy a dejarte, no es mi despedida. Una pausa en nuestra vida. Un silencio entre tú y yo.» Un último mensaje para sus «fieles».
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